A veces creemos que las grandes historias nacen de la juventud, de esa energía inagotable que nos impulsa a los veinte o treinta años. Pero la vida, con su ritmo particular, nos recuerda que cada quien florece a su tiempo. La imagen que circula en redes estos días es un recordatorio poderoso: Henry Ford fundó su compañía a los 40, Christian Dior lanzó su imperio a los 41, y Harland Sanders —sí, el del pollo frito— recién a los 65 encontró su receta del éxito.
¿El punto en común? Ninguno de ellos esperó la “oportunidad perfecta”. La crearon.
En nuestra provincia también abundan ejemplos. Emprendedoras que comenzaron su negocio de repostería después de jubilar, pescadores que innovaron con turismo local, artesanas que se reinventaron tras un cierre inesperado. No es cuestión de edad, es cuestión de atreverse.
Vivimos en tiempos que nos invitan a movernos, a no quedarnos esperando que las cosas cambien por sí solas. Tal vez tu idea lleva años guardada en un cajón, o quizá pensaste que ya “era tarde” para intentarlo. La historia dice lo contrario: cada día es una nueva oportunidad para comenzar.
Como dice el refrán, el mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es hoy.
En Santo Domingo y San Antonio tenemos tierra fértil para las ideas. Solo hace falta dar el primer paso.
